El Motivo detrás de Cada Acción
Hoy, durante la comida, mientras tranquilamente disfrutaba de una hamburguesa de pollo en Carl's Jr. y accidentalmente derramaba té sobre mí de la manera mas tonta posible, tuve una conversación hasta eso que muy interesante con un amigo.
La plática comenzó de manera casual, pero rápidamente tomó un rumbo más profundo cuando me preguntó: "¿Qué harías si te retiraras hoy del desarrollo de software?"
Le respondí que, en cuanto a mi vejez, estaba tranquilo, ya que mi futuro estaba asegurado tal como iba. No me sorprendió la pregunta, pues es algo que he reflexionado antes. Sin embargo, la conversación derivó en un tema más amplio: la importancia de hacer las cosas con un motivo.
De broma le comenté que, si decidiera retirarme hoy, podría no hacer nada, simplemente mirar el cielo y sentirme satisfecho. Le expliqué que, mientras esa fuera mi intención, mi motivo, no tendría problema alguno con ello. Para mí, el aburrimiento no existe cuando cada acción tiene un propósito.
Le compartí a mi amigo que, a lo largo del tiempo, me he dado cuenta de que lo crucial no es la actividad en sí, sino el motivo que la impulsa. Hoy en día, no hago nada sin un propósito claro. Si no hay una intención detrás de mis acciones, siento que no estoy haciendo las cosas correctamente.
Mi amigo coincidió, comentando que tenía mucho sentido vivir de esa manera. Aunque no cambió mi perspectiva sobre lo que significa estar "retirado", reafirmó mi creencia de que todo lo que hago, tanto en mi trabajo como en mi vida diaria, debe tener un motivo. Es lo que da significado a cada día y me impulsa a seguir adelante.
En resumen, esta conversación me recordó que vivir con propósito no solo es una filosofía, sino una práctica diaria. Ya sea en el desarrollo de software o simplemente en mirar el cielo, cada acción es más satisfactoria cuando está cargada de intención.