Planear está bien, pero ejecutar es importante también
Lanzar una idea no es sencillo, y muchos proyectos se quedan estancados en la fase de planeación, atrapados en una optimización infinita sin llegar a ser rentables.
Mi experiencia con negocios como Culto al Perro Café y Gatogordo, así como con proyectos en Tepache Dev y Taller Lobo y Osa, me ha enseñado que la ejecución, incluso con imperfecciones, es donde realmente empieza el aprendizaje.
Cuando estoy por lanzar algo, siempre me pregunto: ¿qué problema soluciono y a quién le importa? Responder estas preguntas no es una teoría que se responde en solitario; la verdadera prueba es crear un prototipo y ver si la idea encuentra resonancia en el mundo real.
En el caso de Culto al Perro Café, no era un proyecto perfecto desde el inicio, que digo, sigue sin ser perfecto pero ahora es muchisimo mejor.
Había detalles por pulir, pero no nos detuvimos a afinar cada cosa antes de abrir. En su lugar, lo lanzamos con lo esencial, y a lo largo del tiempo se convirtió en un proyecto autosustentable. Me he dado cuenta de que, cuando un cliente está dispuesto a pagar por lo que haces, eso es señal suficiente de que una idea tiene potencial, aunque esté lejos de ser perfecta. A veces, el miedo a no estar “listo” es el mayor freno, pero he aprendido que es preferible lanzar lo mínimo viable, recoger opiniones y ajustes en lugar de esperar a un estándar irreal de perfección, para eso requieres dinero y la verdad, no habia mucho.
Algo clave en la fase inicial es escuchar a esos primeros usuarios o clientes. Ya sean amigos o extraños, su retroalimentación es valiosa; ellos se convierten en la primera línea de defensa y te ayudan a definir los ajustes necesarios para hacer crecer la idea. Y aunque a veces sea duro, aprender a leer la retroalimentación es una habilidad esencial para cualquier persona. Al final, como me enseñaron mis mentores cuando empecé en el mundo del software, “primero hazlo, luego hazlo rapido y luego hazlo bonito.”
Así que si te encuentras en esa fase interminable de planificación, mi consejo es simple y directo: lánzate. Cada paso hacia adelante, aunque sea pequeño o imperfecto, es una inversión en el crecimiento y aprendizaje que solo ocurre con la acción.
Como dijo el oh buen de Séneca:
“No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas.”
Nada reemplaza la validación real que viene con ejecutar y poner tus ideas a prueba en el mundo real.